"Me haría vegetariano si no fuera porque soy algo parecido a una rata imbécil sin corazón y circunvalante." (Vicente Urquía)

La España revolucionaria

LA ESPAÑA REVOLUCIONARIA: ROUND 1
Los jueves a las 20:00 en la sala de audiovisuales del CSO Absenta

Los anarquistas en la Revolución Española

25 de febrero - Vivir la utopía. Juan Gamero, 1997.

Episodios insurgentes durante la República

4 de marzo - Casas Viejas. El grito del sur. Basilio Martín Patino, 1995; Asturias, la última revolución obrera. Xuan Candano, 2004.

Entre la revolución y la guerra

11 de marzo - La vieja memoria Jaime Camino, 1977.

18 de marzo - Revolución y guerra civil en España. Contraimagen, 2006.

25 de marzo - Producciones del Sindicato de Industria del Espectáculo de Barcelona:

- Un pueblo en armas (Fury over Spain). Juan Palleja y Louis Frank, 1937.
- Reportaje del movimiento revolucionario de Barcelona. Mateo Santos, 1936.
- Barcelona trabaja para el frente. Mateo Santos, 1936.
- CNT-AIT ayuda a Madrid. Felix Marquet?, 1936.

1 de abril - Tierra y Libertad. Ken Loach, 1995.

Biografías

8 de abril - Durruti en la revolución española. Paco Ríos, 1988.

15 de abril - El honor de las Injurias. Carlos García-Alix, 2007.


"La ilusión sostenida más o menos explícitamente en el anarquismo auténtico es la inminencia permanente de una revolución que deberá dar razón a la ideología y al modo de organización práctica derivado de la ideología, llevándose a término instantáneamente. El anarquismo ha conducido realmente, en 1936, una revolución social y el esbozo más avanzado que ha existido de un poder proletario. En esta circunstancia todavía hay que hacer notar, por una parte, que la señal de insurrección general fue impuesta por el pronunciamiento del ejército. Por otra parte, en la medida en que esta revolución no había sido concluida en los primeros días, por el hecho de la existencia de un poder franquista en la mitad del país, apoyado fuertemente por el extranjero mientras que el resto del movimiento proletario internacional ya estaba vencido, y por el hecho de la supervivencia de fuerzas burguesas o de otros partidos obreros estatistas en el campo de la República, el movimiento anarquista organizado se ha mostrado incapaz de extender las semi-victorias de la revolución e incluso de defenderlas. Sus jefes reconocidos han llegado a ser ministros y rehenes del Estado burgués que destruía la revolución para perder la guerra civil."

(La sociedad del espectáculo, Guy Debord)

Siempre nos queda un regusto agrio cuando tratamos las luchas de otros: no participamos en sus batallas, no compartimos sus alegrías y sus sufrimientos, no afrontamos sus desafíos. Pero creemos necesario conocerlas, indagar en sus victorias y en sus derrotas, hacernos partícipes del rastro de lucha (que se pierde en la historia escrita de la humanidad). En este ciclo de cine-documental pretendemos acercarnos a las gestas del proletariado revolucionario español en su primer asalto a la sociedad de clases. La lucha por el poder en España, que alcanzó su mayor grado de crudeza en la guerra civil, enfrentó a tres tendencias, cada una de ellas en pugna con las otras dos: el Fascismo contra la Democracia y la Revolución, la Democracia contra el Fascismo y la Revolución y la Revolución contra el Fascismo y la Democracia. Comprendemos la oportunidad que se perdió con el aplastamiento de las revoluciones obreras del Siglo XIX y XX, que es lo mismo que decir que la revolución social continúa siendo una exigencia histórica, por ello nuestro interés se centra en aquellos hombres y mujeres que quisieron reconstruir la sociedad en un sentido comunista [libertario].

Nuestras flores marchitas se las ofrecemos a los rebeldes que fracasaron: a los caídos en las insurrecciones y huelgas en los primeros años de la II República (Figols, Arnedo, Castilblanco, Alt Llobregat, pueblos de La Rioja y Aragón, Casas Viejas...), a los revolucionarios asturianos de Ocubre del 34 que lucharon bajo la consigna UHP (Uníos Hermanos Proletarios) por una Comuna en Asturias, a Francisco Ascaso y a los trabajadores que derrotaron al fascismo en las calles y plazas en julio de 1936, a Buenaventura Durruti y su columna de milicianos situados en la vanguardia de la revolución, a Rafael Martí, José Pellicer y los incontrolados de La Columna de Hierro, a los que sufrieron la sistemática y calculada represión fascista, a los milicianos del sur que cansados de retroceder decidieron parapetarse en Madrid para convertirla en la tumba del fascismo ("¡Viva Madrid sin Gobierno!"), a los campesinos que emprendieron las colectivizaciones e intentaron coordinarse (Consejo de Aragón, Federación Regional de Campesinos del Levante), a los trabajadores que autogestionaron las actividades productivas, a Jaime Balius y la Agrupación Los Amigos de Durruti, a los obreros del POUM que junto a contingentes anarcosindicalistas se opusieron al retroceso revolucionario levantando barricadas en las calles de Barcelona en mayo del 37, a Camilo Berneri y a quienes pagaron con su vida o con su libertad la denuncia a la burocratización de la CNT-FAI y la denuncia a un PCE situado a la vanguardia contrarrevolucionaria, a Andreu Nin y a todos los combatientes desaparecidos o represaliados por el Gobierno republicano... Nuestras mustias flores van a todos los que siguieron siendo files a sí mismos en medio de una guerra que irremediablemente degradaba el espíritu de los que la sufrían. Ut Durruti dixit el fin del hombre no es acechar y matar, sino ¡vivir!, ¡vivir!...

"La guerra revolucionaria es la tumba de la revolución y lo seguirá siendo mientras no dé a los propios soldados, o más bien a los ciudadanos armados, el medio de hacer la guerra sin aparato dirigente, sin presión policial, sin jurisdicción de excepción, sin penas para los desertores. La guerra se hizo así una vez en la historia moderna, a saber, en la Comuna [de París]; y no se ignora cómo terminó. Parece que una revolución comprometida en una guerra no tenga más elección que sucumbir bajo los golpes asesinos de la contrarrevolución, o transformarse ella misma en contrarrevolución por el propio mecanismo de la lucha militar."

(Reflexiones sobre la guerra, Simone Weil)

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